sábado, 8 de octubre de 2011

A un amigo que se fue

Estas pobres letras que a ti consagro
en verso se convierten por un milagro
no se decirlas, ni suscitarlas
ni siquiera entenderlas al formularlas
es sólo un lamento, sentido, grave
sincero como el trino que lanza el ave
inspiraciones que la soledad me envía...
puedo decir, amigo, que no son mías.
Todo cuánto en el mar y el viento
tiene matiz, forma, color ó acento
de ánimo abatido aumenta la calma
y en poema se convierte dentro de mi alma
y es que en esta soledad en la cual me pierdo
todo está difundido con tu recuerdo.
Sin él, todo es silencio
pena, vacío en El Valle, en el viento del Monte Areo.
Pero no todas hablan de desventuras
otras más delicadas, más puras poesías
que por miedo a profanarlas,
en el alma conservo sin pronunciarlas
de cuando lejos del mundo parlero y vano
caminábamos por las caleyas de El Valle mano a mano
Cuándo el alma y el cuerpo daban pujanza
cuándo tú me infundías fe, esperanza,
poesías, que por puras no tienen nombre
en las lenguas mentirosas de los hombres.
Esas son las que endulzan mi amargo duelo
son esas las que el alma lleva al cielo
esas que de mi esperanza fijan el polo
esas las guardo para mi sola.


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