sábado, 8 de octubre de 2011

HARAPOS DE COPLAS DE LUNA DE FIESTA

A Los Remedios he vuelto otra vez,
a Los Remedios como año tras año,
y en Los Remedios lo he vuelto a ver.

A Los Remedios, si vuelvo,
he de ir de negro
porque la Virgen me dijo
que ya no tenía remedio.

La Virgen dice,
que no hay remedio
para mi corazón triste
¡ay! La Virgen de Los Remedios.

¡Oh noches de serenata!
Cuando voy a la verbena
casi siempre me acompaña,
buena luna y mala suerte.

He vuelto a la romería
y en el campo de la fiesta,
hallé desnuda esta rima
entre notas de una orquesta
y la suerte de mi vida.

Para que se haga palpable
yo la visto, aunque de harapos
que avergüenza hasta a su padre
su desnudez en el campo.

Mi amor fugitivo…
Mi sol… mi cielo…
Quisiera ir contigo
pero... ¡no puedo…!

¡Luna de septiembre ufana!
El oro de tu cristal
dejó grabado en mi alma
el cielo de Guimarán
y la flor de una quintana.

No tuve luna de miel
ni estrellas de caramelo,
la causa fue una mujer
(y el veneno de su cuerpo)
que hoy duerme en el cementerio.

Ya no lo volveré a ver.
¡Sabe Dios cuánto lo siento!

Desde la lunita joven
a esta luna torpe y vieja
no más me troncharon flores
con una guadaña negra:
por eso de alegría es pobre
la rima de mi cosecha.

Los versos de mi cosecha
tienen el pico dorado
y las plumas blanquinegras.

Volveré a la verbena de Los Remedios,
si no puede ir mi persona
mandaré mis sentimientos.

Déjame, niño, contarte
que si no el llanto me ahoga,
como el lazo de una soga,
cuando no puedo mirarte.

Soy bohemia y trovador,
que sin amor ni fortuna
doy ladridos a la luna
como el que más y mejor.

Desde El Valle a Guimarán
la noche de Los Remedios
se ven estrellas pasear,
son las mozas de Carreño
cuando a la verbena van.

¡Coplas de Luna!
¡Coplas de fiesta!
Tengo el corazón en brumas
y en la garganta una orquesta
tocando la canción nuestra.

Cuando iba de romería,
desde El Valle a Guimarán,
me clavaron una espina
que no la puedo sacar.

Si la Luna es una lámpara
y las estrellas candiles;
mi corazón un flauta
que toca triste… muy triste.

Parranda de calaveras
he visto en el Campo Santo
y dirigiendo la juerga
mujeriegos y borrachos.

La ilusión que tuve un día
era brillante y lozana;
más hoy está en el desván
cubierta de telarañas.

De lejos es poesía;
de cerca prosa barata.
¡Lástima de rimas mías!
¡Lástima de serenata…!

¡Oh, rosas del corazón!
¡La pena que me dio siempre
que sin gozar su esplendor
la deshojara la muerte…!

Lunita risueña
dime tu ¿Quién acaso
a la verbena no ha de volver…?

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