domingo, 9 de octubre de 2011

¡Oh! mi luna

En la oscuridad de la noche,
camino del olvido iba,
y me encontré contigo
en el recodo del rió,
donde se pierden los enamorados
en las plácidas tardes de verano;
tú, estabas allí reflejada
en las cristalinas aguas
del tranquilo río
tu imagen semejaba
la de una diosa ensalzada,
pero tú ya estas manchada,
tu singular belleza ya está pisada,
pisada, manchada y mancillada
estas ya, ¡oh! Mi bella luna,
tu que tantos romances hiciste,
que inspiraste a tantos poetas
con tu fulgurante y plácida luz
ya nunca serás la misma, intocable, imposible,
pues ya estas conquistada, como el poeta de ti lo estuvo.

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